La cordillera es el cinturón nevado de Chile que ayudó a fijar sus límites contables y la rigurosa intimidad de sus gentes. Desde la altura la montaña parece infinita y ajena al deceso. Desde su inicio se presiente ilimitada, extendida hasta muy entrada la capacidad de la vista humana.

Cuando finalmente  se la ha sorteado adviene Santiago, la también ilimitada urbe que trabajosamente se empeña para ser querida por sus habitantes. Esa tarea, lo sabemos, ha sido recompensada.

Foto de Franklin Valverde.