No han faltado los que han celebrado este cetro que corta la visión de la cordillera como un cuchillo de punta roma. Hoy hospeda toda suerte de actividades, pero la cautela ciudadana se niega a oficiar en sus pisos más altos por el riesgo que impone la impaciencia telúrica.
Es el más alto de Latinoamérica, declara el orgullo de los algoritmos. Pero su elevada estatura de materiales fornidos concita otra no menos pronunciable: la impacífica elevación de la codicia contemporánea.
Foto de Franklin Valverde.