El océano altivo que dibuja perpetuamente esta playa no hace honor a su nombre. Su gélida energía ennoblece la costa y penetra en los valles amainando el calor y haciendo posible el vino de los valles centrales.
Viña del Mar es la ciudad jardín y en sus calles convive la lentitud costera con el ajetreo que hemos transferido de la próxima capital.
Foto de Franklin Valverde.