La valoración de Salvador Allende puede abstenerse de sus afanes políticos.
Antes que un estadista fue un hombre que profesó una de las mayores cualidades que desafía a la conducta humana: la coherencia.
Cuando se vio amurallado por las balas que antes juraron lealtad no vaciló en arengar a su pueblo en un último acto de dignidad.
La muerte de Salvador Allende es uno de esos improbables casos en que el suicido ennoblece y el triunfo ajeno mancilla.
Foto de Franklin Valverde.